Amuse-bouche

A veces la humillación de sentrise débil trocabase en rabia que se atemperaba por sus voluptuosidades. No era aquello un vinculo precisamente, sino algo como una seducción permanente.... No hay que tocar a los ídolos, porque el polvillo dorado se queda entre las manos. Gustave Flaubert (1857). Madame Bovary

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