Amuse-bouche

Aquel hombre tan práctico no comprendía la desemejanza de los sentimientos bajo el mismo lenguaje: porque labios libertinos y vanales le habían dicho frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de ella; debían rechazarze- pensaba- las palabras exageradas que expresaban medianas afecciones como si la plenitud del alma no se desbordarse algunas veces también en metáforas más vacías, porque nadie puede jamás dar la medida exacta de sus necesidades, ni de sus concepciones, ni de sus dolores, porque la palabra humana es como un caldero rajado sobre el cual tocamos melodías para hacer danzar a los osos cuando quisieramos enternecer a las estrellas. Gustave Flaubert (1857). Madame Bovary

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