Electorado sin ideología

En los últimos meses discutimos la pertinencia de las alianzas políticas en nuestro país, concentrándose las criticas en el pragmatismo extremo al acercarse la izquierda y la derecha. La ciudadanía por el contrario se muestra inclinada hacia ellas, esto lo demuestran con su voto, en principio parecería un éxito contundente del mecanismo impuesto por PAN y PRD a pesar de las críticas, aunque en realidad el electorado vota por este mecanismo en virtud del candidato y del partido que desean sacar del poder, demostrando la poca importancia que la sociedad le da a los principios partidarios, privilegiando en el razonamiento de su voto, al candidato.

Las alianzas entre opuestos es justo lo que la cultura política de México desdeña, se nos enseñó desde pequeños a ser chingones, se nos enseñó desde pequeños a no dejarnos, a defender nuestra ”dignidad”, a mi juicio mal entendida, se nos orientó para en los hechos, denostar al enemigo y mantener el enfrentamiento hasta que el contrario desista ante nosotros, es decir, criados con un exceso de dogmas.



En política se nos acostumbró a un pragmatismo brutal y al todo o nada, un ejemplo de ello es la ideología del PRI a lo largo de la historia, donde tuvimos presidentes de izquierda revolucionaria y populista como Lázaro Cárdenas, a la llegada de Miguel Alemán vivimos el establecimiento del liberalismo económico de derecha, vivimos el autoritarismo represivo de Díaz Ordaz, volvimos a la izquierda populista con Echeverría y López Portillo, experimentamos el regreso de la derecha con el neoliberalismo de de la Madrid y Carlos Salinas. En más de 70 años el partido en el gobierno giro de izquierda a derecha, sin ningún reparo ideológico, simplemente siguiendo al líder del momento, dignificando la ideología permanente del PRI, la de administrar el poder. Ante lo cual, la sociedad esta aleccionada desde el régimen PRI ista a responder al candidato soslayando la ideología e incluso los programas de gobierno.




Una sociedad acostumbrada a los giros ideológicos, que resultan imperceptibles e irrelevantes ante los problemas sin solución del día a día y sin importar cuál sea la orientación ideológica pendular del gobierno, lo verdaderamente significativo a los mexicanos es quien es el candidato. Hoy recordamos el culto y la veneración al Tlatoani, una cultura bien arraigada en el mexicano, como lo expone Enrique Krauze en su “Presidencia Imperial”.

Los procesos electorales que vemos a partir del 2010, ya con el mecanismo de las alianzas políticas entre PAN y PRD, han derrotado a los gobiernos corruptos y caciquiles del PRI en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, empezaron a demostrar la pertinencia y la inclinación de la sociedad por esta estrategia. Hoy en los inicios de 2011 vivimos la confirmación de un electorado sin ideología, respondiendo exclusivamente a sus intereses y al candidato que ellos creen abonara en el camino de concretar sus necesidades.

Las alianzas políticas no han sido necesarias para vencer al PRI en Guerrero y Baja California Sur, lo que resalta a este electorado pragmático, que comparte el rasgo de su resquemor por el revolucionario; por un lado tenemos candidatos extraídos del partido en el gobierno para dar el triunfo al PRD y al PAN convocando a la gente que los conoce a votar por ellos, demostrando que la percepción del retorno inminente del PRI no se deriva de la preferencia de las personas por este partido, por otro lado tenemos el precepto que dice que los mexicanos están votando contra el PRI y lo único que mantiene a este partido en competencia no es su ideología, que aún muchos se preguntan cuál es, sino su potencial candidato a la presidencia, sumando al argumento de un electorado sin ideología, que solo vota por el candidato, imagínense a Peña Nieto en el PAN o PRD y piensen si el PRI tendría posibilidades.

Me queda claro que las alianzas políticas son pertinentes para vencer estructuras partidarias tan enormes como la que el PRI tiene en el Edomex o como se ostentaba tener en Oaxaca, Puebla o Sinaloa, a pesar de ello, el elemento detonante para la victoria estará limitado a la aceptación del candidato.

Solo los militantes de partido, intelectuales y algunos activistas votan y se inclinan privilegiando la ideología de sus partidos, la sociedad al contrario no tiene porque hacer esto, en general antepone su sentimiento por el candidato en cuestión, esto junto con los vicios del sistema político heredado por el PRI e incompetentemente mantenido por el PAN, explican estos días de confusión hyper pragmática, estamos viviendo tiempos increíbles en donde “pragmatismo” y “alianzas” empiezan a tener mala connotación.

Desafortunadamente hoy el PRI critica lo que antes explotaban, es decir, a este electorado sin ideología, pragmático. Desafortunadamente nosotros al discutir la pertinencia de las alianzas, le hacemos el juego al revolucionario y revivimos los debates decimonónicos.

Hoy el PRI es como el niño dueño del balón, que lo presta mientras todos le hagan el juego a su favor permitiéndole ganar y que cuando le quieren hacer un gol, cambia las reglas, o si no de plano amenaza llevarse el balón si no se le permite hacer su voluntad.

Aquí un muestra de los primeros visos del PRI hacia la derecha, del gran elector y del pragmatismo al que estamos acostumbrados, por lo que hoy tenemos un electorado sin ideología.




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