Pioja Educación
En
las últimas semanas los enemigos públicos en México han sido Miguel “el Piojo”
Herrera, director técnico de la Selección Nacional y Emilio Chuayffet,
Secretario de Educación Pública, por su deficiente trabajo y la pésima reacción
que han tenido ante las críticas que los cuestionan y ponen en entredicho su
capacidad para el puesto que ostentan.
Primero
el Piojo: hemos de recordar que su llegada a la selección fue atrabancada, ya
que arribó como bombero ante el incendio provocado por José Manuel de la Torre.
Respaldado por los buenos resultados con el América, Miguel Herrera gana un título, un subcampeonato y arrasa en la liga, a tal nivel de que “el Tri” que juega la recalificación al
Mundial con Nueva Zelanda, termina siendo el equipo de Coapa reforzado.
El
asunto es que después de salvar la eliminatoria y tener una Copa del Mundo
decente cuando se esperaba un desastre, los bonos y la popularidad del “Piojo” subieron
hasta pasar de ser el técnico con el salario más bajo en el Mundial de Brasil
2014, a ser en este momento el 8vo. técnico de una selección nacional mejor
pagado. Además debemos sumar los contratos por publicidad, que inflaron aún más
la imagen del entrenador, que empezó a ser idolatrado por aficionados que
celebraban sus grotescos festejos y que le perdonaban cualquier exageración.
El
punto de quiebre se da con el tweet que Miguel Herrera hizo a favor del Partido
Verde el día de la elección (“los verdes
si cumplen”) y que se sumó a los mensajes de una serie de personajes de la farándula
que después aceptaron que les habían ofrecido dinero a cambio de hacer ese tipo
de tweets. En el caso del Piojo, el negó la existencia de un pago, alegando que
es porque tiene una “relación con la
gente del Verde”, situación que me parece totalmente verosímil, pues desde
hace un año es parte de los promocionales del Gobernador “Verde” de Chiapas,
sin embargo lo que habría que preguntársele es ¿Cómo es que se construyen esas
“buenas relaciones” de la noche a la mañana?
La
incursión del Piojo en la promoción política calo hondo, primero en las
personas que no celebraban sus formas, después en los votantes independientes e
informados que vieron con malos ojos la falta ética del entrenador y por último
en los que no veían al Partido Verde como la opción y que según los resultados
oficiales representan aproximadamente el 93% del electorado.
Encima
de lo anterior, el técnico de la
selección exhibió su soberbia, exceso de confianza y deshonestidad discursiva, al
llevar el equipo B a la Copa América y asegurar en los días previos, que iban a
ganar la Copa. En contraste solamente se consiguió hacer el ridículo no pasando
a la siguiente ronda y quedando fuera del torneo junto con Venezuela y Jamaica,
la verdad es que con ese equipo que llevaron a Chile, dudo mucho que les
hubiera alcanzado para la Copa de Oro.
Para
acabarla el comentarista de TV Azteca, Cristian Martinoli, se atrevió a decir
lo que muchos piensan, eso sí con el cuidado de no emitir un solo insulto, pero
con la dolorosa verdad, exhibiendo a Miguel Herrera como una persona inestable
y como el mismo comentarista, citando al ex técnico Mejía Barón en su
colaboración en el Diario Record dice, “Miguel
Herrera era una granada en la cancha”. La reacción del “Piojo” fue la
confirmación de los señalamientos, insultando a Martinoli, al grado de que
ahora es unánime la crítica hacia el trabajo del técnico y a sus formas, llegando a
considerar una prematura salida si no gana la Copa de Oro.
En
paralelo corre la tragedia de Emilio Chuayffet, que tras su llegada a la SEP está
arrastrando su prestigio después de su larga carrera política, nada más para
medir al personaje, Chuayffet ha sido; Diputado Federal, Presidente de la Junta
de Coordinación Política, dos veces Coordinador del Grupo Parlamentario del
Partido Revolucionario Institucional, Presidente de la Cámara de Diputados, Delegado
del Departamento del Distrito Federal en Benito Juárez, Presidente Municipal de Toluca, Secretario de
Educación del Estado de México, Procurador Federal del Consumidor, Director
General fundador del Instituto Federal Electoral, Gobernador del Estado de
México, Presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral,
Secretario de Gobernación, entre otros.
Al
igual que el Piojo en la selección, el arribo de Chuayffet a la SEP, generó
muchas expectativas, porque parecía que su experiencia y habilidad política,
servirían para imprimirle más peso a las decisiones de la Secretaria. Desafortunadamente
no ha sido así y el Secretario ha sido ninguneado y en el mejor de los casos
utilizado para justificar lo injustificable, con un discurso decimonónico
alejado de la franqueza y honestidad que el país necesita. Las grandes
apariciones de Chuayffet han sido en el mayor de los casos para justificar
algo, fue así cuando se canceló la aplicación de la Prueba ENLACE y ahora para
intentar darle un justificación legal o un acto ilegal, con argumentos inverosímiles
y circunstanciales.
No
pasa un solo día en la sociedad, en los pasillos o en los medios, en donde no
se pida o se comente la conveniencia para todos, incluido el Gobierno de Peña
Nieto, de la salida de Emilio Chuayffet de la Secretaria de Educación Publica,
porque no parece que tenga la capacidad política de estar al frente de la
institución, incluso ya no cuenta con el respaldo que la duda ofrece. Es
unánime entre los académicos y los columnistas que Chuayffet es un lastre para
el Ejecutivo, considerando que el gabinete es un especie de escudo para el
Presidente y que por el flanco de Argentina 28 se le están metiendo los golpes.
Sintomático
de la tragedia, fue lo sucedido el pasado 23 de junio durante su comparecencia
ante la Comisión Permanente del Congreso, en donde Chuayffet a pregunta expresa
del Senador Javier Lozano sobre porque no había dado explicaciones sino hasta más
de 20 días después, el titular de la SEP con soberbia, exceso de confianza y
deshonestidad discursiva – igual que el “Piojo – contesto que porque no le
había llegado el oficio con el citatorio, unos se molestaron, otros incrédulos
rieron y los Priistas aplaudieron.
La
mediocridad de nuestros líderes, ya sea en el ámbito político o deportivo, nos
pone en una situación de desesperanza, estamos lidiando con personalidades que
se aferran al error y que en lugar de reconocer, corregir o renunciar, atacan a
quienes no son culpables de su fracaso y si responsables de señalarlo.
Andres
Oppenheimer en su libro Crear o Morir,
habla de la tendencia en América Latina – y quizá en otras partes del mundo
también – por vanagloriarse de sus pocos éxitos y negar las muchas derrotas. En
particular hace referencia a su visita a Sillicon Valley, en donde tuvo la
agradable sorpresa de entrevistar a muchos emprendedores e innovadores, quienes
antes de empezar a decir como hacían bien las cosas, enumeraban sus fracasos
como trofeos, en el entendido de que ante cada error se obtiene un aprendizaje
y eso los hace más sabios. Situación que contrasta con la actitud de líderes en
México y en Latinoamérica que cuando se les pregunta acerca de sus fracasos
ellos responden “a mí siempre me ha ido bárbaro”.
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